Educación Superior y Pueblos Indígenas



Fundamentos del Sistema de Evaluación y Acreditación Propia de Instituciones Indígenas Interculturales, Comunitarias de Educación Superior de Abya Yala.
RED DE UNIVERSIDADES INDIGENAS, INTERCULTURALES, COMUNITARIAS DE ABYA YALA, RUIICAY 
“REVITALIZANDO LOS CONOCIMIENTOS, SABERES Y PRÁCTICAS PARA EL BUEN VIVIR DE LOS PUEBLOS DE ABYA YALA”
Abya Yala Enero 2012 



El análisis de la calidad de la gestión en las entidades educativas del subsistema de educación superior, particularmente en aquellas regiones multiculturales de América Latina, debe considerar las matrices culturales de los Pueblos que acceden a las aulas de clase, inclusive, debe verse el tipo de universidad y su modelo educativo. Este análisis de la calidad de las instituciones de educación superior debe contemplar el desarrollo de un modelo de universidad que promueva un paradigma educativo basado en la realidad socio-histórica y étnico- cultural, donde se trata de combinar conocimientos y saberes locales con el conocimiento “occidental” no tradicional.

Ya desde la segunda mitad del Siglo XX se desarrolló y consolidó un nuevo tipo de sociedad: la llamada sociedad del conocimiento y la información y que ésta conlleva una economía que valoriza los conocimientos teóricos y aplicados haciendo imprescindible repensar el rol de las instituciones especializadas en la administración del conocimiento desde la sociedad y el estado”1. Esta sociedad del conocimiento que responde a los avances en la ciencia y la industria, requieren de un sinnúmero de especialistas en diversas áreas del conocimiento para mejorar la producción del conocimiento en aras de fortalecer los mercados y el desarrollo de los pueblos.

Sin embargo, los modelos “tradicionales” de universidad vienen formando a profesionales y técnicos desarraigados de su matriz cultural, produciendo con esto, la administración del conocimiento de cara a facilitar los procesos de industrialización en menoscabo del medio ambiente y la biodiversidad necesaria para el buen vivir de los pueblos.

“Por ello, debemos prestar atención también a la calidad de la experiencia educativa que se impulsa en las aulas de clase de cada casa de estudios, tratando siempre de asegurar que se den las posibilidades de interacción entre las matrices culturales diferentes que lleven a generar nuevos conocimientos, saberes y prácticas al servicio de los pueblos.

Desde que la universidad es universidad, su propósito fundamental, su misión ha sido la de promover la autonomía de la conciencia, una conciencia critica; ha tenido el propósito de desarrollar la habilidad de problematizar, defender la primacía de la verdad sobre la utilidad. Esto es lo que debemos buscar cuando hablamos de la calidad de los procesos educativos. En las últimas décadas, los objetivos de las universidades se han ido transformando radicalmente, buscando más una enseñanza que de repuestas a las demandas económicas, técnicas y administrativas del momento. Esto se expresa en los siguientes comentarios:

“Una de las características que mejor define a la universidad de hoy, es su acelerada incorporación a la lógica empresarial y comercial que hoy domina todas las esferas del quehacer humano”2. Por otro lado, se “ha instalado con fuerza avasalladora la concepción que, para justificar su existencia, resulta imprescindible que la universidad exhiba resultados mensurables y comercializables. De allí que se apliquen a la institución y a sus “productos”, los mismos criterios con los que se juzga la productividad y la eficiencia de las empresas que comercializan bienes, en este caso la educación”.

(...) “La lógica empresarial ha conquistado de manera acelerada un territorio que, hasta no hace mucho, estaba ligado a valores culturales y académicos y no a los puramente materiales y comerciales. Parecería que no se advierte que resulta imposible aplicar la lógica de las empresas a un “producto” tan difícil de definir como “un estudiante educado” o un “conocimiento significativo”. 

“En líneas generales, predomina una actitud que impulsa a las universidades a “rediseñar sus productos, presentarlos y venderlos” de acuerdo con las prioridades cambiantes de los consumidores. Se está subvirtiendo la convicción de que “las universidades existen para crear y mantener con vida ideas que pueden no estar de moda y que tal vez nunca lleguen a ser populares, logrando mediante la educación, que otras personas comprendan cómo y por qué se trata de visiones importantes”.

Hemos estado observando en las últimas décadas, cómo a la institución universitaria se le ha quitado su rol social: la voluntad de transformar la realidad. Los esfuerzos hoy deben estar dirigidos a que la universidad este lista para enfrentar la nueva lucha histórica contra todo intento de colonización de la razón, el saber y el ser, los cuales por lo general vienen disfrazados con “modelos de desarrollo” como por ejemplo la globalización y la tecnociencia”.

Lo anterior ha llevado a que se reduzca la formación general y humanista y priorizando la tecnocracia por encima de principios y valores de convivencia humana y construcción de ciudadanías interculturales.

Para poder hacer el análisis de la calidad de las Instituciones de educación superior, es preciso crear un sistema de evaluación y acreditación que considere de manera sinequanom, las distintas cosmovisiones, las formas distintas de matrices culturales, las distintas formas de construir, de crear conocimientos y de compartirlos para el cambio social.

Un sistema de evaluación dónde se construya criterios, estándares, parámetros, indicadores culturalmente pertinentes a los modelos educativos y a la filosofía institucional. 

Las Instituciones Indígenas Interculturales Comunitarias de Educación Superior, tienen su sustento en dos grandes marcos: un fundamento jurídico y un fundamento epistemológico, los cuales posibilitan el desarrollo de un sistema diferenciado de evaluación y acreditación de la calidad de sus procesos.